POLICIAL:UN AÑO SIN CANDELA
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Un año sin Candela: sin detenidos y en medio de internas políticas y policiales
Un año sin Candela. Un año sin Candela Sol Rodríguez, la nena de 11 años asesinada sin que todavía se sepa a ciencia cierta quién, cómo y por qué. Y un año donde las internas políticas y policiales fueron marcando la causa que hoy, casi 365 días después del hecho, no tiene ni un solo detenido.
Hubo, y hay, internas policiales, políticas,
judiciales. Testigos dudosos mezclados con “buchones”. Aprietes y
pericias claves cuestionadas. A un año del crimen de Candela
–desapareció el 22 de agosto de 2011 y su cuerpo fue encontrado 9 días
después–, Clarín accedió en exclusiva a los testimonios secretos
de los protagonistas del caso ante la Comisión del Senado bonaerense
creada para investigar cómo se manejó la causa. Aunque su trabajo se
desarrolló en el marco de la guerra que el vicegobernador Gabriel
Mariotto le declaró a Daniel Scioli, las actas de la investigación
muestran claramente hasta qué punto las irregularidades contaminaron el expediente .
Sin
embargo, el expediente también fue contaminado por las internas
políticas. Y tanto es así que cuatro diputados del Frente para la
Victoria (Iván Budassi, Martín Cosentino, Rodolfo Iriart y Guido
Lorenzino) presentaron un pedido de recusación contra el senador Jorge
D’Onofrio, también del Frente, para que se lo aparte de la Comisión
porque tiene “una animosidad manifiesta contra el gobernador Scioli y el
ministro de Seguridad, Ricardo Casal”.
En el expediente de la
Comisión, que muchos creen que fue formada y digitada por el
vicegobernador Mariotto para desgastar a Scioli y a Casal y cuya
secretaria es Marta Arriola, ex sciolista y hoy cercana a Nilda Garré,
hay testimonios de todo tipo, intencionales uno, dramáticos otros.
“Armaban
circos para distraerme, porque en realidad estaban armando”; “Yo no
digo que esta gente (la Policía) mató a Candela, pero creo que ellos sabían quién la tenía y quién la mató
”; “La Policía armó todo”; “El Ministerio y la Policía de Hurlingham me
alquilaron una casa(....)Hace tres meses me fui a lo de mi mamá. Tenía
miedo de que me pase algo (...), tenía miedo de aparecer muerta o que digan un día que se suicidó la mamá de Candela ” (Carola Labrador).
“Tómenlo
como una licencia poética mía, un exceso o algo, porque a mí no me cabe
ninguna duda de que esto es una venganza, tradicional o no
tradicional”; “A mí la Policía no me ocultó nada. Pero alguien me ocultó
algo”; “Yo creo que el fin último no era matar a la nena. Creo que
explotó de tal manera en los medios que el que caía pegado al lado de la
nena armaba un despelote de la gran siete” (Marcelo Tavolaro, ex fiscal
del caso).
En los documentos a los que accedió Clarín
también queda claro que el fiscal sospechaba del entorno de la víctima.
Y lo cuenta la propia Carola: “Me dijo que yo tenía la culpa de la
muerte de mi hija porque había muchos testigos de identidad reservada
que decían que yo vendía droga. Dijo que mi hija era una atorranta
(....) Yo le dije que era un incapaz, que la causa le había quedado
grande”.
Los testimonios tomados por la Comisión del Senado hablan de desorden y descontrol
. “En una casa donde hay 25 personas que entran, salen, opinan, gritan,
es imposible trabajar. Mal se puede ayudar si uno no quiere ser
ayudado” (comisario Walter Carballo, Superintendente de Investigaciones
Complejas).
También hubo aprietes : “El defensor oficial me
quería hacer decir dónde tenía los juguetes sexuales que usaba con
menores con las que tenía reuniones en mi casa, todas esas cosas”; “Uno
(policía) que estaba sentado al lado mío me pegó fuerte en la nuca y me
dijo ‘decí lo que sabés’. Me pasó un escalofrío por todo el cuerpo y me
volvió a pegar” (Nestor Altamirano, detenido en el caso).
“Sé que
hicimos humanamente lo imposible para enc ontrar a Candela con vida y
que hicimos lo imposible para encontrar a los responsables una vez
acontecido el homicidio. Y voy a estar conforme el día que este delito
se esclarezca, y solamente ahí se me va a pasar la angustia que tengo
adentro todavía, porque también soy papá. Créanme”. (Comisario Juan
Carlos Paggi).
En los testimonios ante la Comisión del Senado hay de todo.
Tal
vez el momento más caliente se vivió el martes 7 de este mes. Ese día
declaró ante los senadores Guillermo López, uno de los ocho detenidos
que tuvo el caso. Dijo que poco después de caer preso, al ser llevado a
la alcaidía de los Tribunales de Morón, un hombre que se presentó como
defensor oficial le pidió que le “contara todo” y cuando López le dijo
que no sabía nada le advirtió: “Entonces, te vas a pudrir en la cárcel”.
El detalle es que López, según la comisión manejada por Mariotto,
aseguró que poco tiempo después vio a ese hombre en la televisión, y
dijo que para él era el ministro de Justicia y Seguridad bonaerense,
Ricardo Casal. “¿Por qué no denunció esto antes?”, le preguntaron los
legisladores. “Porque en la cárcel mi vida no valía un atado de puchos ”, contestó López.
Ante
la Comisión declararon importantes jefes policiales, pero también
oficiales de menor rango a los que se interrogó principalmente sobre una
prueba clave del expediente. Desde el comisario general Pablo Vázquez
(Superintendente de la Policía Científica) hasta los peritos de rastros y
genetistas se enfrentaron a esta pregunta: “¿Se pudo ‘plantar’ el ADN de la niña en esos dos elementos? ¿Se puede hacer técnicamente?” (sic).
La
inmensa mayoría contestó que lo consideraba prácticamente imposible.
Sin embargo, no pudieron explicar cómo en una casa donde todos
reconocieron que estaba muy sucia sólo se habían encontrado rastros de
la nena en dos objetos.
La misma Carola Labrador lo planteó cuando
le tocó hablar: “A mi hija se le caía mucho el pelo, tenía el pelo
hasta la cintura, y ni un pelo encontraron.
Si estuvo siete días en esa casa, entonces ¿por qué no encontraron ni un pelo?”.
Preguntas
que aún nadie pudo contestar. En medio de acusaciones cruzadas, la
causa –con un nuevo fiscal a cargo– corre el riesgo de no poder
responder jamás al interrogante mayor: ¿Quién y por qué mató a Candela?
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