Diego Chaves GKO2 al francés El Massoudi y es campeón welter AMB interino. El sueño de toda una familia pugilística hecho realidad.
La presión a veces puede ser el más hermoso de los factores
condicionantes arriba de un ring. Ese peso que siempre acarrea la
obtención de un éxito tenía un plus extra en la noche que Diego Gabriel
Chaves iba a vivir en la Sociedad Alemana de Villa Ballester. La
responsabilidad de portar sobre el lomo el sueño de toda la dinastía de
un apellido que lleva tres generaciones (el abuelo Rudecindo y los tíos
Ismael, Ariel y Carlos) intentando consumar lo que la gran promesa del
boxeo argentino consiguió al GKO2 al francés de origen marroquí Ismael
El Massoudi: ser campeón mundial.
La Joya, con tres buenas
definiciones potenciándolo (KOT2 a Héctor Santana, KOT9 a Eduardo Flores
y KO3 a Jorge Miranda), tenía enfrente la posibilidad de quedarse con
el cetro welter interino de la Asociación Mundial de Boxeo (el campeón
regular es el norteamericano Paul Malignaggi), cinturón que su rival iba
a intentar defender por primera vez y tras un año sin haber subido a un
cuadrilátero (su último combate, cuando ganó el título, había sido el
14/7 de 2011, cuando GKOT12 a su compatriota Souleymane M'baye). Y, ante
su gente, Chaves no dejó dudas.
El Massoudi (36-4-0,14ko)
dio muestras de por qué era un pugil ignoto para la órbita pugilística
pese a la faja que colgaba de su cintura. Con más defectos que virtudes,
el francés fue simplemente un nocaut más en el récord de un argentino
decidido, rápido, fuerte y vigoroso. Porque Chaves (21-0-0,17ko)
encontró facilidades en su rival y cumplió con lo que debía al saber
aprovecharlas.
Un recto de derecha fue el golpe que decidió
darle un giro al trámite del combate. Después de aquella primera mano
que impactó de lleno, Chaves fue por esa definición categórica que
reclaman las peleas por un título del mundo y dejó a su rival con la
mirada perdida en la lona. El objetivo, el sueño, hecho una realidad. La
presión transmutando en alivio. Y dando rienda suelta a una realidad
que, si bien debe ser ratificada, es clara: Diego está Joya.