Tenis : Guillermo Coria

Todavia estoy a punto de volver

Maduro, alegre y optimista, seis kilos más flaco que en su época de jugador, Coria no descarta un regreso. Ahora entrena a su hermano y a otros chicos, está por abrir su propio club y juega al fútbol.-¿Pensaste en volver en este último año?
-Sí. Me dan ganas. -¿Muchas veces pensaste en volver?
-Sí. Cuando veo los torneos, cuando veo que después de Nadal hay un enorme hueco, miro los cuadros y para mí me digo: "No bajás de semi". Claro tendría que recuperar mi nivel. Hoy no estoy para ganarle a nadie. -¿Y qué esperás?
-Tengo 28 años. Todavía estoy a tiempo de volver. A Guillermo Coria le brillan los ojos cuando habla del regreso. Está sentado en el borde de la terraza del club que está construyendo en Rosario, un emprendimiento ambicioso que, por ahora, lo tiene entretenido.
-Estás impecable... -Qué voy a estar impecable: bajé seis kilos. Como dejé de entrenarme, perdí masa muscular. Pero si me lo propongo y vuelvo al gimnasio, en dos meses la recupero. -¿Jugaste al tenis en este tiempo? Como divertimento, digo, por placer... -Jugué poco. Sólo con los chicos que estoy entrenando, para darles ritmo. -Yo decía partidos. -No, no. Ni games. Algún punto, a lo mejor. Pero no... Cuando dejé de jugar -porque yo nunca dije que me retiraba-, lo hice porque no estaba disfrutando. Y todavía ando tratando de amigarme con el tenis. -Y cuando peloteás a los chicos, ¿cómo te sentís?
-La mano no la perdí. Lo que perdí es físico. Pero ahora estoy jugando al fútbol. -¿Dónde?
-En un equipo de un torneo interno del Jockey Club. Es un campeonato en serio, con árbitros, con todo, con equipos bien entrenados. Y entré sin conocer a nadie. -Fuiste una estrella de un deporte individual, ¿te debe haber cambiado ser parte de un equipo?
-Desde ya. Soy uno más. Soy suplente, además. Voy al banco. Y me parece bien. Soy consciente de que no estoy para aguantar un partido. Yo no soy ninguna estrella: soy uno del equipo. -¿En qué puesto jugás?
-Empecé de volante, pero había que correr mucho. Ahora me ponen de delantero. Ya hice dos goles. Lindos goles. La verdad es que la paso muy bien. Meter un gol y festejarlo con todos me hace bien. Está muy bueno. -Ahora se te ve bien, contento, pero cómo fueron tus días luego de tomar la decisión de parar. -Los primeros meses me los tomé para mí. Fuimos con mi mujer a Machu Picchu. Me encantó porque es un lugar con mucha energía. Después la acompañé a ella que estaba rindiendo los últimos exámenes para recibirse de contadora. Fue una forma de retribuirle tanto apoyo. Y luego salió la posibilidad de entrenar a Renzo Olivo. Andaba medio perdido y, con Jorge Trevisán hicimos un buen trabajo. El chico mejoró mucho, sacó los primeros puntos ATP. Fue una linda experiencia, que me empujó a buscar un lugar para hacer mi propio club. -Durante todo este tiempo, ¿pudiste encontrar los verdaderos motivos que te llevaron a largar?
-Los principales motivos fueron tenísticos. Pero también hay un componente emocional. Cuando se pierde la motivación, eso se refleja en los resultados. A mí me pusieron Mago por la facilidad que tenía para jugar, pero con la manito sola no llegás a ningún lado. Si no tenés una estructura atrás que te sostenga, un sueño, una meta, con la mano sola no le ganás a nadie. Además lo del dóping fue muy duro para mí. Era muy chico, estaba 24 del mundo, yendo para arriba, con una confianza impresionante, y eso me afectó mucho. Volví al circuito con odio. -¿Tenés reproches para hacerte de aquella final de Roland Garros?
-Reproches no. Si yo dejé todo en esa final... Por ahí vuelvo a escuchar que Gastón cree que fue todo mentira, que no tenía calambres. Pero sería un tonto yo, si ganando un partido como lo estaba ganando, fingía. Estuve muy cerca de lograr algo que había soñado toda mi vida... Era muy pendejo también... No estaba maduro, ni preparado. -¿Volviste a ver imágenes de esa final?
-Sí, vi, vi. No me hacen mal. Yo trabajé mucho a partir de eso. Muchos decían que no había ido al psicólogo. Y yo fui al psicólogo, hablé con gente capacitada. No para superar eso sino para entender qué había hecho mal y poder corregir. No tengo nada para reprocharme. Al año siguiente volví a estar dentro de los ocho mejores. Pero mi nivel sólo bajó después de la operación del hombro. Me pasó lo que le está pasando ahora a Del Potro o a Nalbandian. No es fácil volver después de lesiones importantes. -¿Del Potro está sufriendo cosas parecidas a las que te tocaron a vos?
-No lo sé porque no pude hablar con él. Acá llegaron los mismos rumores que en Buenos Aires. Pero yo ya estoy acostumbrado a los rumores, curado de los rumores... Pero igual me daban bronca y me ponía en la piel de Juan Martín. Yo era parecido a él. Me gustaba estar con mi equipo, no era de dar muchas notas. Sólo a medios deportivos. Cuando pasa algo así, inventan muchas cosas. De mí llegaron a decir que me había divorciado y un montón de cosas. Y eso te afecta. No es fácil cuando a uno le va muy bien desde tan chico. Yo pienso en mí. Si yo ahora estuviera en el circuito y me tocara vivir los éxitos de los 18 ó 19 años, sin duda lo hubiera sobrellevado mil veces mejor. Porque ya pasé por mil situaciones de éxito y también de fracaso. -¿El éxito a vos te llegó demasiado pronto?
-Sí. Ganaba, ganaba, ganaba y tenía pocas derrotas. Tuve muy pocos problemas que solucionar en el comienzo. No estaba preparado para perder. También me afectó la presión de este país, que si no sos el uno, sos pechofrío o sos choto. -¿Qué cosas extrañás del circuito?
-La adrenalina, el ritmo. Me da nostalgia ver torneos grandes por la tele. -¿Cuál de todos los que están jugando ahora se parece a vos?
-Murray, a lo mejor. Me gusta mucho. Se diferencia en un tenis de mucha potencia. Hay pocos jugadores que varían las alturas, los ritmos. Murray intenta eso. Djokovic tira drops. Y la gente disfruta de eso. A Gaudio, por ejemplo, daba gusto verlo. Te hacía divertir con su personalidad y tiraba dropcito, angulito, muchos lujos. -¿Al circuito le faltan más Gaudios, más Corias?
-Puede ser. Sería más lindo. Aunque sea por una cuestión de marketing. -¿Cuál es el mejor rival que recordás?
-Nadal, Nadal sin dudas. Yo creo que si en esa final de Roland Garros, el rival era Nadal, yo hubiera jugado mejor. Me hubiera gustado enfrentarlo en mi mejor momento. Yo, al año siguiente, lo enfrenté en un muy buen momento mío, pero ya venía de la operación. No tenía la confianza de años anteriores. A mí me hubiera gustado agarrarlo en ese momento y en una final de Grand Slam. Porque lo enfrenté en Roma. Jugamos cinco horas, 8-6 en el tie break del quinto. Yo sí lo agarré a él en su mejor momento. Creo que si el partido hubiera sido en el 2003 ó 2004, yo le habría ganado. -En el Roland Garros que se viene, ¿Nadal afana?
-Como esta Nadal hoy, no tiene rivales. -Tu hermano tiene 18 y está por hacer su primera experiencia en Europa. ¿Qué te pasa con eso? -Yo trato de meterle en la cabeza que tiene que disfrutar. Y que tiene que romperse el alma para mejorar día a día. Y que se va a tener que aguantar que lo comparen conmigo. El paró un año y le vino muy bien como persona. Creció mucho. -¿Pero vos le ganás?
-No, hoy me gana él. -¿Cuál es la principal motivación para volver?
-La gente. Cuando estaba en mi mejor momento, no salía. Era muy cerrado. Ahora me fui abriendo. Salgo a la calle a hacer trámites, a caminar, tengo una vida normal. Y me di cuenta del cariño de la gente. Yo no lo sabía. -¿Y qué te dice la gente cuando vas por la calle?
-La gente me pide que vuelva a jugar al tenis.

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